Es lógicamente imposible tener un Dios soberano existiendo al mismo tiempo que una criatura autónoma. Los dos conceptos son totalmente incompatibles. Pensar en su coexistencia sería como imaginar el encuentro de un objeto inamovible con una fuerza irresistible. ¿Que ocurriría? Si el objeto se moviera, entonces no podría ya ser considerado inamovible. Si no se movie-ra, entonces la fuerza irresistible ya no sería irresistible. Así ocurre con la soberanía y la autonomía. Si Dios es soberano, no es
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